Un deporte, el Taekwondo.

Como no podía ser de otra manera, cuando se trata de hablar de mí es imposible no nombrar algo que es básico en mi vida, el Taekwondo.

Empecé a practicar este deporte a la tierna edad de 6 años y desde entonces no he parado. Como muchos niños, mi motivación inicial fue aprender a sacarle las entrañas al primer "malo" que se cruzara en mi camino, dar volteretas mortales con doble tirabuzón hacia atrás sin despeinarme y tantas otras cosas que observaba en las películas de artes marciales de turno. Nada más lejos de la realidad.

El Taekwondo, lejos de ser, como podrían pensar muchos, un deporte que fomente la violencia, es una forma de entender la vida, con respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Es cierto que una parte del Taekwondo se podría considerar violenta, pero también lo es que en este deporte se fomenta el uso de la violencia como último recurso y siempre en defensa propia.

Tanto tiene que ver este deporte en mi vida que ha terminado convirtiéndose en mi trabajo. Desde hace ya más de 5 años doy clases en diferentes colegios a niños de entre 5 y 12 años de edad. Pese a ser un trabajo complementario, se ha convertido para mí en uno de los mayores alicientes, ya que disfruto enormemente enseñando a mis alumnos y viendo como poco a poco van progresando.

Aquí tenéis un vídeo con una exhibición de uno de los mejores grupos de exhibición del mundo: los Korean Tigers.